Todos conocemos el concepto de autoestima, llevamos escuchándolo desde que somos pequeños y lo importante de mantenerla alta para poder “triunfar”, pero sin tener demasiada para no quedar como ególatras. Sobre todo, en el caso de las mujeres, porque nunca ha interesado mujeres demasiado seguras de sí mismas. Sin embargo, estudios recientes muestran que los problemas de autoestima siguen creciendo entre la población. Sobre todo entre la infancia y la juventud.
Por tanto, es correcto pensar que el nivel de autoestima puede ir relacionado directamente con situaciones socioeconómicas muy específicas y no vienen dados únicamente por problemas de salud (física/mental) o emocionales, pero sin duda éstas pueden ser consecuencias muy graves.
Queda patente que no estamos haciendo suficiente como sociedad para frenar esta fatídica herencia. Debemos por tanto saber qué es la autoestima, en qué consiste y cómo se retroalimenta negativamente en las personas con algún tipo de patología crónica y sobre todo saber qué hacer para que la deficiencia de esta no siga mermándonos poco a poco.
¿Qué es la autoestima y el autoconcepto?
La autoestima y el autoconcepto determinan nuestro bienestar psíquico, satisfacción personal y social. Ambas cualidades se desarrollan a lo largo de nuestra vida, ya sea a partir de experiencias y aprendizajes personales. Esto determina al mismo tiempo cómo nos interpretamos a nosotros mismos, al resto de personas y las situaciones que vivimos. Tener una buena autoestima está relacionado con la aceptación, es decir tener un autoconcepto lo más realista posible, abrazando, valorando y amando nuestras características físicas y psíquicas.
Todos los seres humanos por el mero hecho de serlo y existir somos importantes y tenemos valía y somos capaces de muchísimas cosas pese a nuestras limitaciones. Si bien es cierto, que en la sociedad actual se determina la valía de las personas por cuan “productivos” somos, debemos desaprender esta creencia y construir una nueva realidad, en la que seamos conscientes que no todos somos iguales, ni tenemos las mismas capacidades materiales, físicas y psíquicas.
No todos tenemos las mismas capacidades pero eso no significa que tengamos menos, simplemente son diferentes.
Solo así podremos evolucionar como sociedad y verdaderamente conseguir una buena autoestima y seguridad en nosotros mismos, basada en los aspectos que realmente importan.
La autoestima engloba cómo nos sentimos sobre nosotros mismos y cómo nos valoramos. Esto está relacionado con el concepto que tenemos de nuestro potencial y de nuestras capacidades. Aunque, la autoestima es una parte muy importante de nuestra personalidad, no solo se basa en nuestra forma de ser sino que también se asienta en nuestras experiencias y vivencias. “La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacia otras personas, hacia su manera de ser, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen: es la percepción evaluativa de nosotros mismos”. Cómo nos evaluamos.
Por otra parte, tenemos que tener en cuenta otro concepto básico, el autoconcepto. Este es la forma en la que nos percibimos. Ideas, hipótesis y creencias que tenemos de nosotros mismos. El autoconcepto es la opinión que una persona tiene sobre sí misma, ya sea por aspecto cognitivos o de pensamiento, relacionados también con la autoimagen (como nos vemos y percibimos). Un factor importante para delimitar nuestro autoconcepto son las vivencias, experiencias o cómo nos perciben otras personas.
Por lo que no solo influye nuestra propia percepción sino lo que otros nos han hecho ver. La autoestima y el autoconcepto no son lo mismo. La autoestima hace referencia a la valoración que realizamos de nuestros autoconceptos, es la forma en la que nos valoramos, es el aspecto afectivo y emocional hacia nosotros mismos. Sin embargo, no podemos entender un concepto sin el otro, porque están directamente relacionados. Por lo que para poder empezar a aumentar nuestra autoestima tenemos que analizar qué autoconceptos tenemos y si hay que cambiarlos.
¿Por qué es importante trabajar en nuestra autoestima?
Una persona que tiene una autoestima baja, no suele confiar en sí misma, no se valora, no se quiere ni se aprecia, se siente insatisfecha con todo lo que hace y no es capaz de reconocerse sus logros. Suelen ser personas muy autoexigentes, pero que al mismo tiempo se ven incapaces de emprender grandes proyectos por el miedo al fracaso o que la gente las juzgue. No debemos pensar que la gente con baja autoestima es “débil” o incapaz de enfrentarse a los inconvenientes que la vida pone en su camino, pero sin duda cuando no crees en ti mismo, muchos obstáculos son más difíciles de superar. Nuestra autoestima se desarrolla en cualquier aspecto de nuestra vida, a través de nuestra manera de pensar, sentir o actuar.
Por otra parte, una persona con una autoestima adecuada será alguien que se aprecia a sí mismo, independientemente de sus capacidades o situación socioeconómica y que acepta sus limitaciones y fallos, deseando ser siempre una mejor versión de sí mismo, pero sin angustiarse y presionarse. Por esto, será una persona que tiende a tratarse mejor y cuidarse, apostar por sus ideas y no dejarse llevar tanto por cuestiones externas.
Es por esto que debemos dentro de nuestras posibilidades trabajar en nuestros autoconceptos y autoestima, porque son una arma muy valiosa para sentirnos bien con nosotros mismos y con nuestro alrededor. Digamos que la vida ya nos lleva a tener problemas con nuestras capacidades e imagen desde el momento que nacemos. Hay un conjunto de constructos sociales y obligaciones que nos llevan a querer encajar en determinados moldes, que no son para nada realistas.
Yo como mujer he luchado toda la vida para poder cumplir esas expectativas que la sociedad nos impone y como mujer con una enfermedad crónica como la fibromialgia y endometriosis esto se complica aún más, porque ya no es solo que no cumplas con los cánones básicos de cualquier mujer en esta sociedad, sino que ahora eres una persona, aparentemente con menos “capacidades” y que necesitas ayuda, adaptación, tienes más limitaciones… No te lo van a poner fácil, pero está en nosotros intentar desprendernos de esas ideas tóxicas que nos imponen y enfocarnos en lo que sí podemos hacer o en lo que sí podemos aportar, sin que eso determine nuestra valía.
Autoestima y dolor crónico
Recibir un diagnóstico como el de fibromialgia es un golpe muy duro para nuestra autoestima, y es que vivir con dolor crónico implica que la condición generalizada del organismo está tan alterada que las respuestas emocionales y físicas hacia el entorno no se dan en condiciones normales. Y si a eso le sumas, que previamente tampoco tenías una autoestima a niveles adecuados, probablemente sea aún más duro de llevar.
Sin embargo, son muchas las personas que afirman que hasta que enfermaron no tenían síntomas de una autoestima baja, sino más bien todo lo contrario. Las limitaciones que trae consigo una enfermedad crónica incapacitante y debilitante como lo puedan ser la fibromialgia o el Síndrome de fatiga crónica, es razón para que los pacientes se sientan superados. Sus vidas han dejado de ser lo que eran, deben hacer muchos cambios en sus rutinas, dejar de lado muchos planes, les cuesta un mundo hacer cualquier tipo de actividad, gente al rededor que no entiende su enfermedad, se sientes juzgados e incapaces de todo. Esto trae consigo aislamiento, irritabilidad, dificultad para relacionarse, evasión de compromisos y proyectos por miedo al resultado, ataques de pánico al enfrentar nuevos desafíos, mucha autoexigencia, enmascarar su sufrimiento por lo que podrían decir los demás, etc.
Es por esto que es muy importante que una persona con dolor crónico sea capaz de trabajar en su autoestima. Tener un buen nivel de autoestima no los va a curar, pero sí aliviará mucha angustia existencial y ansiedad. Estarán más en paz consigo mismos y podrán aceptarse por lo que realmente son y su situación, sabiendo que son personas igual de válidas que el resto. Esto podría comportar un gran descenso de la tensión, que podría traducirse a menos dolor o al menos, a una mejor gestión de su enfermedad. Por tanto debemos buscar mejorar nuestro autoestima a partir del aprecio, es decir saber reconocer y ver todo lo positivo que hay en uno mismo.
La aceptación, reconocerse con lo bueno y lo malo sin sentirnos culpables por ello, solo tomando responsabilidad. El afecto hacia uno mismo, la atención hacia nuestras necesidades físicas y psíquicas, es decir el autocuidado. Y abriéndonos a los demás, la vía para mejorar el autoestima no es aislándonos, debemos aceptar y pedir ayuda a los demás, que no nos dé miedo a mostrarnos vulnerables. Por pedir lo que necesitamos no somos débiles ni es un ataque a nuestra resilencia. No hay nada más importante en las relaciones humanas que la ayuda y el apoyo mutuo.
Consejos para mejorar tu autoestima
Como sabemos que hablar de la autoestima es fácil, pero llevarlo a cabo no tanto, os traigo unos consejos publicados por la Unidad Multidisciplinar para el estudio y tratamiento del dolor de el Hospital La Fe de Valencia, que ayudan a mejorar el autoestima.
- No hay que idealizar a los demás: El primer paso es dejar de compararse. Si no nos comparamos no hay razón para menospreciarse.
- Evaluar nuestras cualidades y defectos: Hacer una lista de nuestros aspectos positivos y tenerlos muy presentes siempre. Estamos muy acostumbrados a fijarnos en lo malo que tenemos que olvidamos nuestras cualidades.
- Cambiar lo que no te guste: si es algo que consideras correcto y lo haces por ti mismo, no implica un esfuerzo desmedido y podría ser positivo tanto para ti como para los demás, evalúa si puedes cambiarlo, y si no puedes, no te tortures por ello.
- Controlar los pensamientos: Se trata de aprender a pensar de otra manera, controlando esa voz interior, ese diálogo con uno mismo en el que nos damos “caña”. El mecanismo sería dejar de adjudicarnos errores de forma negativa, sino hablarnos desde el cariño. Ejemplo: sustituir el “soy un desastre” o cualquier tipo de autodesprecio a algo más proactivo y positivo como, “esto no lo sé hacer muy bien, pero en cambio en esto otro sí”.
- No buscar la aprobación de los demás: Quién pretenda gustar a todo el mundo está luchando por un imposible. Lo importante es actuar correctamente de acuerdo plenamente con nuestra escala de valores y nuestros principios.
- Tomar las riendas de nuestra propia vida: No permitir que los acontecimientos nos arrastren ni conformarnos con las circunstancias que nos vienen dadas.
- Afrontar los problemas sin prisa ni ansiedad: casi todos los problemas tienen solución, algunos más de una. Eso sí, requieren un tiempo para solucionarse, sin demora pero sin ansiedad. Si es preciso solicitando ayuda. Si es imposible solucionarlo, olvidarse de ello sin sentirse un fracasado, a veces simplemente no se puede con todo.
- No exigirse demasiado: Se trata de eliminar el afán de perfeccionismo, que lo único que nos trae es frustración. El exceso de autoexigencia es una de las principales causas del déficit de autoestima.
- Darse permiso: Ser comprensivo y tolerante con uno mismo.
- Aceptar nuestro propio cuerpo: Aprender a estimar, amar, el propio cuerpo, ya que es nuestro y nos va a acompañar durante toda la vida, sea como sea.
- Disfrutar del presente: encontrar pequeños placeres que nos ofrece y lograr sentir satisfacción.
- El autocuidado: realmente todo lo mencionado está relacionado con esto, es decir, debemos cuidar tanto nuestra salud física como la mental, hacer cosas dentro de nuestras limitaciones que nos aporten beneficios y no cerrarnos a experimentar nuevas cosas pese a lo mal que estemos.
Estos son algunos de los consejos profesionales que aporta la Unidad del dolor de este hospital valenciano, pero sin duda podríamos extraer muchas más claves para ayudarte a mejorar tu autoestima. Si quieres aprender cómo hacer todo esto, no dudes en ponerte en contacto conmigo o de seguirme en mis redes sociales.